holaychao.

El asunto es el siguiente: no me gusta la Coca Cola. Me desagradan las bebidas oscuras, y OJO, no es por racismo. Ya, ya, soy racista en cuanto a bebidas se trata, pero sólo eso (creo). Es todo un problema porque pareciera que a todos mis amigos les encanta la Coca Cola, por lo que cuando hacen sus juntas locas me veo obligada a consumir ese brebaje del mal.

Me parece que lo comenté cierta vez, o en más de alguna oportunidad que es lo más probable. Recuerdo las tiernas palabras de Mauricio después del esfuerzo tremendo que hice al tipear las letras en el teclado, "siempre me contai lo mismo". Tan simpático, tan cierto. ¿Por qué siempre cuento lo mismo? Fácil, porque mi mente es frágil y no recuerdo las cosas que digo y las que no digo, y sí las que hago y las que no hago. Odio no decir y no hacer algunas cosas que sí debería haberlas dicho y hecho. Ah, pero del dicho al hecho hay mucho trecho.

Lo peor de la vida es enfermarse en vacaciones. Estar todo un semestre bien, estresándose por las malditas pruebas, estudiando como locos para finalmente descansar y disfrutar el término del primer período universitario, y todo marcha "normal" hasta que durante la primera semana de vacaciones, ¡pam! resfrío. Ho-rren-do.

Y ahora -que ya estoy mejor- voy a salir, reír, conversar y cantar.
Adiós blog. Nos vemos en agosto.